Cine rupestre

jabalí octópodo

En las historias del cine, se suele citar como uno de los primeros ejemplos de precine una pintura de un jabalí con ocho patas que hay en la cueva de Altamira (Santillana del Mar, España). La historia de la pintura, y otros medios visuales estáticos, con vocación cinética es muy amplia, pero parece que el jabalí octópodo de Altamira es uno de los casos más antiguos.

Lo cierto es que es imposible saber si las ocho patas del citado jabalí responden a una intención consciente de representar el movimiento o a cualquier otra razón, como que podría haber sido pintado sobre un dibujo anterior. En cualquier caso, existen teorías que afirman que las pinturas rupestres se realizaban teniendo en cuenta el relieve de la piedra, la luz parpadeante de las antorchas y las propiedades acústicas del entorno, lo que ayudaba a crear una sensación de profundidad y movimiento.

Lo que sí está probado es que algunos predecesores directos del cine, como el teatro de sombras, existen desde hace al menos 2.200 años, así que no parece muy errado pensar que las pinturas rupestres podrían tener intenciones más cercanas al cine que a la pintura.

chauvet

El jabalí de Altamira no es el único ejemplo de pintura rupestre con rasgos móviles, otro caso curioso es una pintura de la cueva de Chauvet (Ardèche, Francia) en la que se ve la cabeza de un caballo superpuesta en cuatro posiciones distintas, en una composición que recuerda a algunas fotografías de Étienne Jules Marey. No se sabe a ciencia cierta si las pinturas de Chauvet son más antiguas que las de Altamira, pero parece ser que en ambos casos existen pinturas de hace al menos 30.000 años de antigüedad.