Cosas de la tele

Hace años que no tengo televisión, pero me gusta mucho ver series, desde siempre. Esta es una lista de algunas cosas que me gustan de lo que se está emitiendo ahora mismo.

The Good Wife

Tengo muy claro que esta es la mejor serie que existe a día de hoy sobre la faz de la tele, y eso que tardé cuatro años en empezar a verla porque el planteamiento inicial es de lo menos interesante que se te pueda ocurrir. Sin embargo, consigue romper con todas las desventajas con las que parte para convertirse en la serie más elegante, inteligente y mejor escrita del momento.

Los primeros episodios de The Good Wife son simplemente correctos, pero va creciendo hasta adquirir proporciones titánicas, dando una visión muy lúcida de los tiempos que corren. No hay ni un solo episodio aburrido, da igual que hablen de trasplantes de órganos, asesinatos, adopciones, arbitrajes, Anonymous o bitcoins, y además es la serie de televisión que mejor habla sobre tecnología, como bien explican en Wired.

Sherlock

Sherlock Holmes es uno de mis dos personajes preferidos de ficción (del otro hablaré en un rato) y el episodio 2-1 de Sherlock, titulado A Scandal in Belgravia, es una de las cosas más perfectas que se ha hecho jamás para televisión. A decir verdad, cuando vi la primera temporada me pareció simplemente entretenida, pero cuando vi A Scandal in Belgravia me enamoré perdidamente tanto de la serie como de Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, que aparte de ser dos actores como la copa de un pino son la pareja con más química de la televisión actual.

Sherlock es una serie que se sale de lo habitual por muchas la razones, quizás la principal es que los episodios duran hora y media y solo hay tres por temporada, y además tiene tres guionistas distintos y se nota bastante quién ha escrito cada episodio, con los altibajos que eso implica. En cualquier caso, es puro entretenimiento en el mejor sentido de la palabra, y tiene un sentido del humor que ya quisieran muchas comedias.

How I Met Your Mother

Podría haber sido un Friends dos, pero es infinitamente más ingeniosa y abierta. Como en el caso de The Good Wife, tardé mucho en empezar a verla porque el planteamiento no me atraía nada, y aparte los primeros episodios te dejan bastante frío, pero va mejorando tanto a nivel cómico como estructural hasta llegar a niveles que casi ninguna comedia familiar alcanza. Una de sus grandes bazas es que al ser toda la serie un flashback juega mucho con la estructura, el tiempo y las construcciones medio reales medio ficticias de la memoria.

La pega es que lleva tantas temporadas que algunos episodios, sobre todo de las tres o cuatro últimas temporadas, son más de trámite que otra cosa. En cualquier caso, es una serie que retrata bastante bien a la generación nacida entre mediados de los 70 y principios de los 80, y probablemente la única serie de su estilo en la que jamás hay juicio moral alguno sobre drogas, sexo, alcohol y demás.

Dracula

Este teaser de Dracula ya sugiere que no es muy seria, pero nada comparable al nivel de ridiculez al que llega el primer episodio. Si no fuera porque Drácula es mi otro personaje de ficción preferido no creo que le hubiese dado una segunda oportunidad. Es un pastiche de mucho cuidado a medio camino entre la novela gótica, el steampunk y no se sabe qué, pero después de tres o cuatro episodios empieza a revelarse como una cosa muy comiquera y divertida.

A nivel estético, Dracula bebe tanto de las adaptaciones al cine de algunas de las novelas gráficas de Alan Moore como del Drácula de Coppola. A otros niveles tiene ramalazos tan disparatados que no sabes muy bien de dónde ha salido. Yo la estoy disfrutando mucho, en serio.

Moone Boy

Moone Boy es una comedia «amable», pero mordaz, que transcurre en la Irlanda de finales de los años 80, que no era muy diferente a la España de los 80, así que es fácil sentirse identificado con ese entorno y las aventuras cotidianas de Martin, el niño protagonista, y su amigo imaginario.

La serie es de Chris O’Dowd, un señor que me hace mucha gracia, e incluye todos los elementos que uno espera de los 80, desde la hermana gótica a David Hasselhoff cantando en la caída del muro de Berlín, «el precio de la libertad».

Banshee

Si hubiera un premio a la serie más violenta, Banshee se las comía a todas con patatas. Las peleas de Banshee duelen, y en la primera temporada hay tres de órdago. Aunque es una serie de acción sin muchas pretensiones y con más de un tópico, está muy bien rodada, y es de lo más divertido que pasó en la tele el año pasado. La segunda temporada comienza en pocos días.

Hannibal

Hannibal (Lecter) es otra de esas series que teniéndolo todo en contra, al menos a priori, consigue zafarse de su condición de procedural de cadena generalista para entrar en el terreno de lo fascinante. Es de las series más truculentas que hay ahora mismo en antena, siendo poco explícita, y hay pocos productos televisivos que tengan un diseño visual y sonoro tan cuidado.

Aunque la trama de algunos episodios es un tanto indiferente, está hecha con tanto esmero que no puedes dejar de mirarla, y Mads Mikkelsen consigue el imposible logro de que te olvides de Anthony Hopkins en 10 segundos.