La cuarta entrega de The Sound Screen está basada en Queen of the Damned (La reina de los condenados, 2002), una película de vampiros pop, mala y ligeramente hortera que me gusta mucho. Seguramente solo me gusta porque mezcla varios temas que me fascinan, entre ellos el vampismo, las estrellas del rock ficticias y la atracción por lo «oscuro» en términos romántico-eróticos.
A pesar de que es una película que no tiene demasiado interés, ni siquiera a nivel musical, me parece perfecta para tratar la relación entre el éxtasis y la muerte. Como decía Bataille, «el impulso del amor, llevado hasta el extremo, es un impulso de muerte», y qué mejor impulso de muerte que enamorarse de un vampiro…